Vendo hierro viejo

Vendo hierro viejo

Estilo: Teatro



Vendo hierro viejo

|FICHA ARTÍSTICA|

Dramaturgia, dirección e interpretación: Noelia Morgana

Intérpretes: Rocío Viñals, Nacho Terceño, Carlos Ruiz

Escenografía: Ángela Guerrero

Iluminación: Valentín Donaire

Vendo Hierro Viejo eres tú mirándote de frente en el reflejo de otros ojos. Son los recortes de todas las relaciones que tuviste y se fueron volando. De todos los abortos que observaste en las palmas de tus manos.

Vendo Hierro Viejo es un primer plato de amor aliñado con violencia. El típico dramita vincular contemporáneo que seguro que te suena. Ese miedo al compromiso por el que huyes de donde podrías quedarte a plantar unas macetas. Sembrar un reino. Construir el laberinto de aprendizajes que es la vida cuando se comparte.

Vendo Hierro Viejo es un tic-tac interminable. El paso del tiempo desgastado hecho hueso y hecho carne. Un impulso visceral contradictorio, oxidado, enloquecido. Una corriente caliente de aire. Es una historia de pasión y de odio en forma de collage poético, crudo, narrado desde la ceguera de aquel que puede ver porque ya no es nadie. Vendo Hierro Viejo es un fuego interno real y palpable, el sudor frustrado de personas vulnerables que se amontona en una montaña de chatarra y de hambre. Es un desencuentro constante entre simples y corrientes mortales a los que, tan solo con el amor… no les vale. Es el dictamen de un oráculo lleno de torpes principios e intensos finales.
Vendo Hierro Viejo es aquello que pudo ser y no fue. Un llamado urgente a vivir la vida siendo conscientes de la muerte. Un aullido molesto y cachondo que te invita a dejar de mirar al abismo y saltar, por fin, a comerle.

Inspirado en el personaje mitológico de Tiresias y en cualquier chatarrero sin hogar, Ser vive en la cima de una montaña de hierros viejos. Dominador del tiempo, este personaje hace girar la historia para conducir a La Mujer Loca y al Hombre Loco hacia sus correspondientes destinos en una exposición de saltos entre el pasado, el presente y el futuro. Es dueño de los hilos del mundo.
Ser también contiene el don de la visión, actuando así como un oráculo encargado de impregnar el aire de metáforas y sabiduría filosófica, y proponiendo así las grandes preguntas universales: ¿qué es la vida? ¿qué es la muerte? ¿para qué estamos aquí? ¿existe dios? Sin embargo, su condición de ascendido se abraza rápidamente con su naturaleza mundana, donde se nos muestra a un personaje degenerado física y mentalmente a través del abandono de sí mismo, con un lenguaje callejero y molesto, con constantes y estridentes subidas y bajadas emocionales dentro de una espiral de aparente descontrol destructivo.
Ser representa esa voz interna que todas llevamos dentro. Una voz que cabalga entre la iluminación pura de la consciencia y la locura más profunda.

La Mujer Loca y El Hombre Loco son dos personajes dominados por las contradicciones emocionales. Representan a cualquier persona viva que camina como puede y como le dejan, y que contacta con la locura que significa, a veces, sentir intensamente. El miedo al compromiso les alcanza. Las ganas de conectar les desborda. Sus historias se entrecruzan cons-
tantemente a lo largo de toda una vida, se encuentran y se desencuentran en una vorágine visceral que produce tsunamis internos en cada una de sus vértebras.

Estos personajes hablan sin máscaras. No hay truco ni cartón cuando se trata de expresar lo que llevan dentro. La violencia y el amor son los grandes protagonistas de su vínculo. Y las heridas. Y la rabia, la tristeza, la lujuria, la inocente idea de que siempre habrá tiempo, les define. La Mujer Loca y El Hombre Loco son los símbolos de todo lo tóxico que hay en las relaciones frustradas, pero también de todo lo poderoso e inevitable que existe en ese puente de plata que une hermosamente a las personas.

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