Escena en Sevilla

La banda de culto por antonomasia en España es Sobrinus: es el grupo en el que cualquier músico querría tocar; al que todo el mundo respeta; el que no ha hecho nada que sea sospechoso de no estar estrictamente ligado con la pureza de lo artístico

Cuando en los años ’90 la idea de rock alternativo no estaba aun tan extendida, y los grupos se debatían entre estirar el chicle del reflujo de la Movida o emular a Nirvana, en Madrid había unos kamikazes jugando con estructuras del funk-rock progresivo y adorando a bandas como Primus o King Crimson.

Aquellos kamikazes eran Sobrinus, posiblemente una de esas bandas intocables, respetadas y adoradas por músicos, crítica y todo aquel que les haya prestado atención más de dos minutos. La banda vivió diez años, publicó tres discos y se despedía en 2005 sin aparente regreso.

Una reunión en el marco del Sonorama motivó que el compromiso del cuarteto diera un paso más; y tras petar dos noches consecutivas en la sala El Sol de MADRID a finales de año pasado, Sobrinus ahora se encuentran recogiendo las mieles de la expectación y la segunda oportunidad, tanto para los que no pudieron vivirlos en su primera etapa, como para quienes estaban ansiosos por volver a disfrutar de sus directos.